sábado, 11 de abril de 2020

Jean-Pierre



Paris, Verano del 2009.




Me encontraba en Paris, en ese verano, yo estaba ensayando una obra de teatro experimental, con actores franceses, era un texto de mi autoría, que quería montar en el teatro de Nesle, en el barrio de Saint Germain de Pres. Estábamos a principios de enero, yo estrenaba en marzo, tenía poco tiempo, conseguir actores en verano en París es muy complicado.

Salí del teatro, me tomo un café, me levanto y me voy a pie hasta Le Pont des Arts, cruzo, camino por la Bastilla, luego voy directo a Menilmontant, iba a conocer un muchacho joven, oriundo de Marsella, él era dueño de una sala de ensayos, en donde también encontraría los actores para realizar mi obra.
Me encontré con Benoît, el dueño de la sala,  estuvimos charlando de la posibilidad de trabajar juntos en un futuro.

Yo vivía en ese entonces en el barrio de Montmartre, muy cerca de la casa de una gran amiga, Artista plástica.
Montmartre es uno de los barrios, más característicos, y bellos, de la ciudad de Paris. Abarca dos áreas muy diferentes; en las proximidades de la Plaza Pigalle, reinan las luces de neón anunciando infinitos bares, sex-shop, cafés y algunos cabarets entre los que se destaca el conocido Moulin Rouge, este último, siempre está a tope, inundados de turistas.
Subiendo 197 escalones, o utilizando el funicular, se llega hasta el bellísimo Montmartre bohemio en la Place du Tertre, situada en la parte alta de la colina. Ahí vivía yo.
Es una de las zonas mas agradables y bonitas del barrio, uno puede cenar en alguna terraza, y disfrutar de las obras de arte de los artistas, que hay por todas partes.

Las calles pequeñas son muchas, se cruzan entre sí, las empinadas callecitas del barrio llevan hasta la Basílica del Sagrado Corazón ( Sacre cœur), un espléndido templo desde el que se obtienen extraordinarias vistas de la ciudad.
Las escaleras de debajo de la basílica suelen estar repletas de turistas como de parisinos, que salen a pasear disfrutando del clima, de la bohemia, de la belleza del barrio.

Yo, solía tomar algo, en el café Montmartre, por las tardes. Su fachada esta revestida de madera, elegantísima, bohemia, con sus faroles, y sus mesas en la terraza, con sus sillas de mimbre, en la terraza.
Estaba sentado, en eso veo a un hombre joven, cantar una canción de Edith Piaf.
El joven canta muy bien, tendría alrededor de 32 años.
Termina de cantar, aplaudo, me paro, me acerco a él.

-Hola, como estás?-
-Muy bien y tu?-
-Quieres tomar algo?-
- Si, gracias-

El se llamaba Jean-Pierre, había nacido en Paris, era actor, tenía apenas 32 añitos, vivía con otros amigos, en un pequeño departamento del barrio de la Bastilla.
Nos sentamos.

Estiro la mano, y le digo.
-Alfonso.Encantado- Respondo 
-Jean-Pierre. Mucho gusto- Me dice.

Estuvimos dialogando, pedimos vino, una tabla de quesos, para acompañar la tarde, después de todo estábamos haciendo el aperitivo.
Las horas se pasaron, bebiendo, leyendo poemas, vimos el crepúsculo, estuvimos allí hasta altas horas de a noche.
Jean-Pierre, es muy simpático, divertido, sus ojos son grandes, verdosos, su cabello es de color castaño claro, largo, su tez es muy blanca, su boca es bien formada, voluptuosa. Él era un avanzado estudiante de teatro, tenia buena presencia, cantaba bien, hablaba e en público con elocuencia.

Decidí invitarlo a mi casa, mi intención era mostrarle la obra de teatro, que yo quería montar en Paris, y que para hacerla, me faltaban 3 actores.
Jean-Pierre aceptó. Llegamos, subimos cuatro pisos por escaleras, y entramos.
La cúpula que vemos desde afuera de mi edificio, es en donde yo vivo. Mi departamento se encuentra en una cúpula, es amplio, tiene ventanas por todos lados, esta en una esquina. Es muy luminoso, desde una de las ventanas, se se puede apreciar, el sacre cœur y la Tour Eiffel.
Llegamos, le sirvo un vaso de vino, le doy su copa, pongo Nina Simone. Me siento, y comenzamos a dialogar.
Lo observo, él es muy sensual, simpático. Me siento algo intimidado, le dejo hablar.
Leímos la sinopsis de la obra de teatro, hablamos de su personaje, del tiempo, hablamos de las fechas de estreno. Y de la posibilidad de trabajar juntos.
Le doy la obra de teatro, traducida al francés, el la toma con su mano derecha…

Nuestros dedos se rozan, y observamos nuestras manos aproximarse, se acarician, se recorren, se descubren.
Luego nos acercamos lentamente el uno al otro, hasta que nuestras bocas quedaron una frente a la otra, apenas unos centímetros nos separan, descubro nuevamente su mano, me aferro a ella, y nos besamos sutilmente, con suavidad, lentitud y delicadeza.

Siento su lengua, que viaja por el horizonte de la noche hacia la mía. Lo abrazo, me abraza, nos besamos apasionadamente, nos tiramos en el diván, nos desnudamos como pudimos. Lo toco, me toca, le doy unos besos, mientras lo masturbo, rozo sus nalgas con mis manos, lo dilato, lo beso en el centro de sus labios, beso sus ojos, mientras lo toco.

Descubro su piel, la acaricio, lo vuelvo a besar. Su piel es tersa como el terciopelo, su cabello suave, huele a lavanda, su culo es bellísimo, redondo, fuerte, le obligo a que me practique sexo oral. Lo huelo, lo siento, lo doy vuelta, le pego algunas palmadas en sus nalgas, entre sus nalgas, lo pongo en cuatro patas, le practico un extenso beso negro. Gime, goza, vibra, palpita.Se enloquece.
Ahora, él está bien abierto, al misterio del placer, acaricio con la cabeza de mi miembro viril, sus nalgas.Su ano es perfecto, redondo, maravilloso…

…Lo tomo de la cintura, lo empiezo a penetrar, el grita, clama, goza, lo cojo lentamente, fuerte, abriendo sus nalgas, para que mi pelvis, este más y más próxima a la mía. Y mi pene se encuentre bien adentro, penetrándolo.
Lo cojo, lo tengo, él es mío, se mueve, mueve su cuerpo contra el mío, siento su culo que hace entrar, mas y mas aún mi pija en el interior de su cuerpo, sigue, se mueve, me estremezco, vibro, hasta acabar, sobre sus nalgas. Él se masturba, sentado frente de mi. Yo lo beso, lo beso con furia, con pasión, con fuego,
mientras que dos dedos de mi mano derecha, están dentro de Jean-Pierre, para hacerle gozar, mientras yo, le digo algunas palabras indecentes…Mi lengua recorre sus labios, él eyacula, gritando de placer, libertad y de abandono.

Respiramos profundamente, tomamos un poco de vino.

Luego nos besamos, nos quedamos en la cama, yo encendí un porro, los dos fumamos, hasta quedarnos dormidos, abrazados, profundamente.

Jean-Pierre y yo, viajamos en el  tiempo del amor , que viaja en otro tiempo, en donde las bocas se encuentran, perdidas e inevitables. Para borrar precipicios, habitar las noches, inundarse de soledad, o para enamorarse, bajo la luz de las lunas de Montmartre, que penetran inexorables por las ventanas de aquella cúpula pintada de azul.

jueves, 9 de abril de 2020

ISMAEL



Verano, Madrid 2002.



Estaba en Madrid, viviendo con una chica argentina, en el barrio de Ópera, muy cerca de la puerta del Sol.
En ese verano, yo vivía con ella, el departamento era grande, viejo, estaba en un tercer piso, mi habitación era pequeña, y yo pagaba a consecuencia, la parte que me correspondía del departamento.

Tenia dos balcones, que daban a la calle de la Unión, allí, y una pequeña ventana en la cocina, que daba a un patio en común con la vecindad.
Cuando salíamos, a la calle de la Unión, calle en la cual vivíamos, podíamos caminar, hasta la ópera, y visitar los jardines.

En el barrio de Ópera, es el nombre del barrio bonito, en donde vivía, era un sitio  calmo, elegante, austero, bello,  ideal para vivir.
No se necesita coche, pues muchas calles son peatonales, y en otras tantas, está  prohibido estacionar. Muchas calles están llenas de turistas, pero la tranquilidad y la paz, también se encuentran allí.
La plaza de la ópera es bellísima, cercano se vislumbra el imponente palacio real, los arboles que los circundan frondosos, y bellos…, el aire de Madrid es único, con sus restaurantes, cafés, en donde un puede pintar, o escribir a su antojo, mirar las gentes pasar, con sus distracciones y sus rostros inundados de sorpresas .

Los pájaros parecen danzar en el aire, remontan vuelo desde la plaza, hasta los jardines, en donde se encuentra el Palacio Real.
Uno de los secretos de la plaza de la ópera o P. Isabel II, es que debajo de ella, bajo tierra hay un museo, en el que se explica, cómo llegaba un arroyo fresco y cristalino a una fuente y de la fuente se abastecían de agua, los famosos “ aguadores de Madrid”, que distribuían el agua por toda la ciudad, mientras dialogaban, cotilleaban de unos y de otros…

Salí de mi casa, baje las escaleras, iba con mi morral, llevaba lo que llevo siempre, libros, cuadernos, libretas, una botellita de agua.
El dia era soleado, luminoso, la brisa del verano acariciaba la piel de mis brazos, de mi rostro, de mi boca fresca y matinal.
Voy hacia un cafe, me siento, abro mi morral, y saco una libreta, en donde escribo poesías, y anoto todo aquello que me sorprende, me vislumbra, me despierte curiosidad, como los secretos de la ciudad.

Salí del museo, me dirija caminando por unas callecitas peatonales, observaba los edificios, sus balcones, sus calles empedradas, las plantas, que caían de algunos balcones.
Camino, abstraído por la belleza de la ciudad.

Yo había llegado a Madrid, hacía dos meses, desde  la ciudad de Buenos Aires.
Estaba deseoso por conocer la ciudad, sus gentes sus museos, sus barrios, sus bares. Madrid es libre, desenfrenada, amena y encantadora.
La forma de hablar de los españoles, es ocurrente, inteligente y abrupta y suave a la vez.
Sigo caminando, por las calles, y me cruzo con un hombre alto, fuerte, de cabellos, castaños claros, ojos de color miel, de piel blanca, simpático.

El pasa a mi lado, me sonríe, lo miro, bajo la cabeza, pues en ese entonces, me daba pudor, mirar a los hombres a los ojos, tan de cerca, tan eventual y osado, no estaba habituado, a ese tipo de comunicación, inmediata. 
Madrid principalmente, era una de las ciudades mas abiertas y tolerantes y modernas de Europa.
De repente el extraño, sigue su camino, me giro mi cuerpo, lo veo partir, el gira, se da vueltas, y vuelve.

-Hola como te llamas-Pregunta.
-Me llamo Alfonso-. Respondo.
-Yo me llamo Ismael- Me dijo.
-Hola, como estas?
-Hola Guapo, hacia dónde vas ?
-Al museo del Prado- Respondo
-Te invito a tomar una copa-
-Bueno, esta bien, acepto-

Nos fuimos los dos caminando. Ismael tenía 37 años, yo tenía 28. Él
Era muy simpático y seductor. Llegamos a un café cercano al Parque del Retiro.

De repente siento la mano de Ismael, tocar la mía, él me toma de la mano. Yo. Me sorprendí, me reía, él también.
Hasta ese momento, no tenía en claro, cual era la intención de Ismael, para conmigo.
Verdaderamente no sabía nada a propósito de sus secretas intenciones.
Ismael, poseía una actitud libre, se lo veía fresco en su andar, empático, en su forma de ser, desenfrenado, pero cauto, él pensaba lo que decía.

Ya era tarde, y el museo del Prado estaba por cerrar, Ismael y yo, seguimos tomando un vino blanco muy fresco, estábamos sentados en una terraza de un bar del Retiro.
En eso vemos pasar algunos hombres, con actitud sospechosas. Ellos eran divinos, caminaban arduamente y velozmente, hacía la zona en dónde se encuentra la escultura del Ángel Caído, y las pistas deportivas, cerca de la salida de la Cuesta de Moyano, uno de los sitios de cruising, mas concurrido de la península Ibérica, o al menos de Madrid.
Ismael me tomo de la mano, y me invito a caminar con él hacía allí.

Yo miraba los árboles, los jardines, la inmensidad del parque, ya era el crepúsculo, los halos de luz, ocres acariciaban nuestras bocas, nuestros rostros, como así las copas de los árboles. El crepúsculo parecía confundirse con el alba, fresca y diáfana.
Llegamos allí, cerca de la estatua del ángel. 
Nos fuimos detrás de unos árboles y y de plantas tupidas…. Ismael, me llevaba de la mano, y yo caminaba con inocencia, y credulidad. Ismael me gustaba mucho, y yo tenia necesidad de amar, aunque sea por unos instantes.

Siento como si tuviera mariposas en el cuerpo. Él roza primero con sus dedos fuertes y suaves, mis labios voluptuosos de deseo, y de placer. Desliza su mano hasta mi nuca, acercando su rostro al mío, ahora nuestras bocas se unieron, nuestras lenguas danzan.

Siento la mano de Ismael, acariciar mi espalda, luego mis brazos, mientras me besaba intensamente. Yo lo beso, lo toco, lo abrazo. Allí, casi solos, rodeados de árboles, de plantas y de flores.
Ahora me toca las nalgas, me gira, me coloca una venda en los ojos, su pañuelo de cuello, cubre ahora mis ojos.
Ismael me besa, me gira, y comienza a besarme, mete su lengua profundamente, mientras me acaricia, me toca, toca mis nalgas, mis brazos, mi sexo en erección, yo  toco el suyo. 

Posee un miembro potente, un falo voluptuoso, duro como una roca.

Comienza a desvestirme, yo intento tocarlo, toco ru rostro, lo busco, lo descubro, toco sus brazos, me quedo quieto. Siento como él me desviste.
Me baja mis bermudas, me saca la ropa interior. Estoy desnudo, en el medio de un parque, con Ismael, un desconocido, con los ojos vendados. Tengo pánico, mi cuerpo se estremece,  de miedo e inseguridad.
Ismael, me besa, me acaricia, me toca con pasión, me chupa los pechos, yo no puedo resistir al placer, estoy gimiendo, me da vuelta, me pone boca abajo, me practica un exquisito beso negro, me muero de placer.

Pero tengo miedo, algo en mi me dice que esto no va… Ismael me abraza, ahora siento su piel viajar, rozar y acariciar la mía.
Su lengua transita ahora, por mi espalda, hasta mi nuca, me gira el rostro, toma mi boca y me besa con potencia y fuerza, mientras introduce lentamente sus dedos, ahora siento su pelvis, sobre mis nalgas, su falo incesante, la cabeza gruesa y lisa de su miembro viril, se apoya lentamente en el centro, entre mis nalgas, potentes, blanco mate. Ismael, comienza a cabalgar sobre mi, en mi, dentro de mi…

Siento su piel, el perfume de su cuerpo, siento su boca, estoy con los ojos vendados, veo solo sombras, huelo las plantas, las flores, escucho los pájaros.
Ismael grita, gime, se estremece, yo también, siento su elixir, su respiración agitada.
Yo sin esperarlo, siento un intimo y profundo placer, cierro los ojos, y eyaculo sobre la hierba.
Ismael, se sonríe, me besa, yo lo beso. Nos vestimos, y nos fuimos caminando por los caminos del Parque del Retiro, de Madrid, allí, en la noche desveladas.

Ahora la luna menguante me acaricia.
Las bocas ya viajan lejanas, para descubrirse en otras bocas, en las horas profundas de la noche, en donde la elegancia del secreto se viste de seda blanca.




MARTIN



Viena, primavera, 2011


Viví en Viena, en dos oportunidades, durante cuatro meses, en dos períodos diferentes, de mi vida.
La primera vez fue  hace muchos años, yo tendría uno 23 años. Recuerdo que mi madre me obsequió el viaje, para que yo pudiera estudiar Alemán en una escuela austríaca, y visitar el país.
La segunda vez que visité Viena, viví allí, unos cuantos meses, fue cuando tenía 34 años.

Llegue a Viena, antes a fines, del otoño del 2011, a la casa de un viejo amigo de la familia, cineasta él.  Se llama Dieter, me invito a pasar unos meses en su casa, mientras yo buscaba teatros, y armaba un pequeño elenco con actores de allí.
En Viena, vivíamos, en un gran departamento, Dieter, y Tik, su esposa tailandesa.
El tendría aproximadamente 58 años y Tik, 38 años, ella parecía mucho más joven de su edad. Tik, cocinaba el Pad Thai, mas que bien.
Solíamos cenar todos juntos, con Tik, yo hablaba inglés y un poco de alemán, con Dieter, hablábamos en español argentino, pues él había nacido en Austria, pero sus padres trabajaron como ingenieros los dos, en Argentina, durante muchos años, eran ingenieros los dos. Dieter, creció y fue desde su escuela primaria, hasta la universidad en Argentina.
El departamento de Dieter, se encontraba, en la calle Lindengasse y Neuveugasse, no muy lejos del barrio de los museos, en pleno barrio verde o ecológico.

Dos días después de mi llegada, volví a encontrarme con esa Viena de arquitectura ecléctica, bella, refinada y soleada. Viena Es una ciudad hermosa, majestuosa, los tranvías pasan elegantes por la ciudad, el cielo, es azul, no hace calor, pero el clima es muy agradable. Sus diferentes museos, sus cafés, sus callecitas, sus parques.

Sigo caminando, por la Maria Strasse, me paro, frente a una casa de comida para llevar, y pido una croqueta de langostinos. Sigo caminando por la avenida. Me siento en un típico café vienes. Me pongo a leer y a anotar los detalles mas deslumbrantes de la ciudad en una pequeña libreta de bolsillo, tenia la tapa  las ilustraciones, de la  obra "El Beso" de Klimt.

Me levanto, pago. Salgo del café y sigo caminando, hasta llegar a Stephansplatz, y ahí, observe por fuera, la belleza de esa magnífica catedral , el Stephansdom.
En eso suena el teléfono, atiendo, era la voz de un hombre. Le pregunte si hablaba otro que no fuera el alemán, me dice que habla inglés  y francés.  Le pedí por favor, que habláramos en francés.

Quedamos en vernos. Le pedí que quedáramos en en la Hundertwasserhauses, un exótico y moderno sitio, de pisos ondulantes en cuyos tejados hay tierra y vegetación y de cuyas ventanas, salen ramas de los árboles que crecen dentro de las habitaciones.
El arquitecto Hundertwasser, había diseñado este predio, con orgánicas, caprichosas y peculiares formas. Sus diseños arquitectónicos, revolucionarios, 
se caracterizan por el rechazo de la línea recta, e implementaba el uso de formas irregulares, múltiples, y coloridas y con una frondosa incorporación de vegetación.

Yo esperaba sentado en la terraza. En unos minutos después de haber llegado, veo en la puerta, a un hombre, de unos 55 años. Él era muy elegante, bien parecido, simpático y refinado. Estaba vestido, con un Jean, una chaqueta de verano azul, y una remera a rayas azules y anteojos de sol.
Lo observo, veo que llama por teléfono, mi teléfono suena. Ahí nos descubrimos, no saludamos, y nos presentamos.

-Como te llamas-Pregunto
-Me llamo Martin- Responde.
-Yo Alfonso- Respondo.

Martin E., pertenecía, a una de las familias aristocráticas más importantes de Suiza. El vivía en Viena desde hacía mas de 20 años, en un gran departamento de época, en uno de los distritos mas elegantes de la ciudad. Martin de joven, se había enamorado de la ciudad y y vivió en ella, desde entonces.
Conocí a Martin E., gracias a un gran e íntimo amigo mÍo, gay también, mas o menos de mi edad, quién trabajaba con Martin.
Martin, es muy caballero de verdad.

Me invito a tomar una copa, en un bar, cerca del distrito 1, en donde se encuentra el Barrio antiguo, a pasear por la ciudad que el conocía a la perfección.
Fuimos en su coche, hasta el centro, de ahí fuimos a pie a visitar la casa de Freud, yo quería conocerla y él me llevó hasta allí.
Luego de la visita, fuimos caminando hasta su casa. Llegamos. Subimos la escaleras, anchas, de mármol blanco, que daban hasta el palier de la casa de Martin.

Estuvimos allí en su living, bebiendo, un vino exquisito italiano, un era Barbera rosso, recuerdo, dialogando, riendo, yo le hablaba de mi vida, del arte, el de la suya, de sus caballos, compraba y vendía, entre otras cosas.

En eso lo miro, lo observo, el me mira, me observa.
Me dice, que le gusto, el desliza tenuemente su mano, sobre el diván, hasta rozarme la palma de mi mano suavemente. Se escuchaba a lo lejos, una música de Bach, a lo lejos, Variations sur Goldberg.
Lo miro a los ojos, Martin se aproxima, me toma la copa, la deposita sobre la mesa del living, y me besa.

Roza sus labios apenas contra los míos. Yo toco, su rostro, lo acaricio. Martin tenia una mirada muy dulce, una bella boca, el cabello canoso corto y abundante, estaba peinado hacia atrás.
El toca, mis brazos, me besa, siento su lengua, sus manos sobre mi cabeza, él es muy sensual, Comenzamos a desvestirnos, rápidamente, caminos desnudos, por el living, bebimos, jugamos. No reímos.
Martin, se vuelve a acercar, nos besamos apasionadamente, Nos tocamos, nos acariciamos, nos besamos, sentimos nuestras, lenguas, recorrer todo nuestros cuerpos, nuestras manos iban y venían, rozando nuestras pieles. Nuestros culos,
Su miembro erecto, que se asomaba con potencia, y me tocaba las manos.

Me pongo en cuclillas, y comienzo a besar su falo erecto entre mis labios, los abro con suavidad, acaricio su entrepierna, su pecho, sus músculos, me reincorporo, estoy frente a él, lo miro, lo beso, lo masturbo al mismo tiempo. Martin, me toma de la cintura, con las dos manos, me mira, me besa, me gira, me inclina.
Siento su lengua, sus labios, en el centro de mi cuerpo, en el epicentro de mi ano, que se dilata muy lentamente. Martin, comienza a practicarme un beso negro. Siento su lenguas sus labios, sus manos tocando mis nalgas.

Ahora, Martin, se pone de pie, el se acomoda contra mi espalda. Siento la cabeza rotunda, de su miembro viril. Siento sus manos en mi cintura, y a él, pujando para entrar en mi. Se introduce, me toma, me disfruta, goza, gime, se estremece, yo me estremezco. En eso, siento en mis manos, una cinta de cuero, Martin me ata las manos. Me coloca una mordaza en la boca, lo hace con sensualidad, besándome, acariciándome. Yo me resisto, el insiste, finalmente me la coloca.

Va hacia atrás, en eso siento, su sexo, sus manos, su pelvis, contra de mi cuerpo, penetrándome, introduciéndome. Siento en mi nuca, los besos de sus labios calientes.

El sigue, continua con determinación y con fuerza, yo disfruto, el grita, gime, se estremece, saca su pene de mi culo, y acaba sobre mis nalgas, me acaricia, y me besa.
Martin, ahora duerme, casi sobre mi cuerpo, en donde viven las memorias de las bocas, que como la de él me enamora en el recuerdo, por siempre.

Durante toda la primavera, disfruté estar con Martin, en nuestro tiempo íntimo y secreto…
Alla lejos, en aquellas calles distantes, elegantes y luminosas de Viena.




domingo, 5 de abril de 2020

JUAN. fr.

Juan

Été, Buenos Aires, 2000

Pendant l'été 2000, j'étais à Buenos Aires, où je vivais dans un appartement de la rue Darragueyra, dans le quartier de Palermo Viejo, avec ma petite amie. 

Les choses n'allaient pas bien avec elle, notamment parce qu’elle avait découvert mon journal intime, avec la liste des hommes avec lesquels j'avais été, où je raconte chaque rencontre, chaque épisode de ma vie intime.  De façon ouverte et sans vergogne. Mais je me sentais très angoissé, confus et triste, j'avais l'impression de l'avoir beaucoup blessée, mais je considérais néanmoins, que c'était mon intimité, ma vie, ma sexualité. Mais la culpabilité et le sentiment d'abîme, me rongeaient. 

Après la dispute, ma petite amie a décidé de partir avec sa meilleure amie  en Afrique du Sud. Une semaine plus tard, avant son départ, nous avons eu une discussion animée sur ce journal intime.
J'étais très nerveux, au milieu de la discussion, j'ai ouvert la fenêtre principale qui donnait sur le patio et d'un seul coup, j'ai cassé une partie de la fenêtre en bois, celle-ci restant coincée en son milieu.
Le jour suivant, ils viennent la chercher et elle part sans même me saluer.

Cet après-midi-là, j'ai peint, écrit et corrigé quelques œuvres que j'avais en suspens. C’était un après-midi de grosse chaleur, dans la ville de Buenos Aires, l'humidité semblait me pénétrer; l'atmosphère était lourde, peut-être que ma tristesse, le sentiment de solitude, et ma confusion, aidaient à ce que tout soit intense, désolant. Les heures passèrent en silence, seule ma respiration se mêlait à la voix de la chanteuse Björk, que j'écoutais à l'époque, .

À 16 heures, la cloche a sonné, j'ai répondu et j'ai ouvert la porte. C'était le menuisier, qui venait réparer la fenêtre, j'avais complètement oublié. Marisa, ma petite amie l'avait appelé.

Il arrive, je lui ouvre, il me salue sérieusement, je lui dis le travail qu'il doit faire. 
Juan, le menuisier, commence à réparer la fenêtre, il la regarde, essaie quelques trucs, il continue à travailler, je le regarde, je l'observe et je continue à écrire, à travailler, mon bureau était dans le salon, là où Juan était, en train de faire son travail. 
Je lui dis. 

-Écoutez, je vais prendre une douche en vitesse.
-Oui, parfait, très bien, a-t-il dit.

Je commence à prendre une douche, je me savonne, mes yeux sont fermés, je me mets à pleurer, à cause de tout ce qui lui est arrivé, je suis très triste et désolé. 
Je pense à moi, à mon histoire, à mon travail, à mon avenir. 
Je prends une douche, et en cela je sens une présence, à l'intérieur de la douche, à côté de moi, une main, qui me touche et s’introduit, en traversant l'eau et le rideau du bain, caresse mon bras. J'ai peur, je crie, j'ouvre les yeux, et je le vois là, debout devant moi, le visage mouillé, les gouttes éclaboussant son corps.
Juan était brun, un teint blanc, grand, corpulent, très fort, il avait environ 38 ans, il avait tous les traits d'un mec,  d'un hétérosexuel à part entière, rien et personne n'aurait dit, qu'il aimait les hommes. Il avait une bouche parfaite et un visage marqué, et ses yeux noirs profonds semblaient m'inviter au précipice du péché.
Je le regardais avec étonnement, avec timidité, il s'est approché de moi, il m'a pris par la taille, nous nous sommes embrassés lentement, passionnément, avec attention nous nous sommes observés, comme si nous nous étudiions pendant quelques secondes, mais le désir de la chair était très puissant, très intense, persistant et captif.
Juan m'embrassait et je l’embrassais en le caressant, lui me touchait les fesses. 
Il introduit très lentement un doigt dans mon cul, il me tourne brusquement, il savonne mon corps, il fait de même, il caresse ma peau, il commence à me masser corps à corps, il me touche, avec ses jambes,  ses cuisses, ses bras, sa poitrine, avec son membre énergique, vigoureux, agressif envers moi.
Je touche son pénis avec mes mains, je me penche, et je commence à pratiquer un sexe oral profond, je la lui ai sucée très lentement jusqu'à l'épuisement. La pluie de la douche tombe sur moi, il est très excité, tout autant que moi. 
Il me prend par les bras, me met debout, tourne mon corps et me caresse avec la tête de sa bite, mon anus dilaté par l'excitation, par ses doigts. Il me savonne le cul, je sens ses doigts en moi.  
Je pose mes mains contre le mur, mon cul est au niveau de son bassin. Il commence à jouer avec mon cul, il me touche, il pratique un baiser noir exquis, je gémis, je crie, je frissonne, je sens la chair de son corps, la brise de sa bouche, si lentement, minute par minute. 
Je sens la tête de son pénis, qui entre dans mon corps, lentement en moi, à l'intérieur de mon cul. Je brûle de plaisir, j'aime ça, ça me plaît, je suis excité par ce macho, que j'ai derrière moi. 
J'écarte mes jambes, je suis de plus en plus à l'aise, je bouge mon cul, de sorte que sa bite s'insère de plus en plus en moi, dans mon anus, mon corps, mon esprit.
Je sens que je voyage, parmi les plaisirs inouïs, uniques et irremplaçables, je transite le plaisir du fantasme, du la perversité. 
Juan, cet homme mystérieux, me baise maintenant sans aucune dissimulation, sans culpabilité, avec fureur, vibrant en moi, contre moi. Il me pénètre avec force et détermination, son désir aussi me pénètre, la douleur se confond avec le plaisir, il bifurque, il se confond, et moi en l'aimant juste pour quelque secondes, dans cet air calme, dans cette atmosphère secrète, je me soumets aux désirs de mes hommes, en donnant du plaisir, je prends du plaisir. 
Il ferme le robinet sort de la douche, il m'invite à l'accompagner dans la chambre, où Marisa et moi, avions aussi l'habitude de faire l'amour.

Je suis allongé sur le lit, face contre terre, le menuisier se jette sur mon corps rugueux, me mord la nuque, me prend le visage, m'embrasse, tandis qu'imminemment, de l'autre main, il introduit son pénis très dur dans mon cul dilaté.
Juan me baise et me baise sans arrêt, il m'insulte délicatement.
 "Regarde comme je te baise, comme tu es mignon, je vais te faire un bébé, j'aime te baiser, ton cul est à moi, et je vais te baiser pendant des heures, tu verras, tu es juste à moi."
Ces paroles me transpercent, me pénètrent, me rendent fou et m'effraient; son discours pervers, me fait voler de plaisir, il est d’ une jouissance inexplicable, incommensurable; je me renforce, je bouge mon corps, j'essaie d'en sortir de là, mais une force profonde et puissante de désir inouï m'arrête. Je commence à frissonner, j'ai chaud, mon corps est en feu, il brûle de plaisir, de jouissance. Je bouge mon cul, j'écarte les fesses comme une vraie prostituée en chaleur, en chaleur, comme un bon petit putain qui se dilate pour donner du plaisir à son homme aimé, même si ce n'est que pour un instant, dans un quelconque après-midi perdu, sous la chaleur de Buenos Aires.

Mon cul cogne contre son bassin, sa bite en érection. Il me serre fort la taille avec ses deux mains. Il me pénètre passionnément, avec fureur, avec une grande force. 
 Juan me plaît, et je n'en peux plus de plaisir, je crie, je gémis, je bouge, je sens les coups de sa verge en moi, ceux-là même qui font que je me tiens fort; je suis à quatre pattes, il m'attrape dans les draps blancs, je crie, j’ai mal, mais j'aime ça, je divague de plaisir, il crie, il frissonne, il me botte les fesses,  et il crie, il me baise, très fort, très intensément il continue à pénétrer son membre viril en moi, l'introduisant et le sortant parfaitement, jusqu'à ce qu'il finisse avec plaisir, il éjacule comme un cheval, en moi, dans mon cul, je me sens pervers, sale, jouissif,, heureux, putain, je me sens ouvert et dépouillé face à la perversion de Jean, qui rit en même temps qu’il éjacule, qu’il finit je sens son désir, sa jouissance, sa présence.

Maintenant je sens le lait chaud en moi, il continue à me baiser, jusqu'à ce qu'il me fasse finir avec plaisir, il me baise, je m'assois sur lui, j'éjacule sur sa poitrine, je reste étendu, sur mon lit, il se couche sur mon corps épuisé. Son membre est toujours en érection, il s'endort, maintenant à nouveau sur moi. 
Il est déjà tard, les miroirs de la mémoire et de la chasteté se sont à nouveau brisés. Sa peau se frotte contre la mienne, son parfum me pénètre.
Je m'endors, avec la brise d'été sur nos corps en sueur, sur nos bouches, sur nos cuisses, sur nos sexes. 
C'est le crépuscule à Buenos Aires... la pluie de l'après-midi mouille à peine les corps des oiseaux, qui dansent intensément, près de ma bouche, sur le parfum de nos corps couchés, immergés dans le secret des heures de péché.

Traduction: Laura Gaud

ARIEL.FR.



Été, Buenos Aires, 1995


Courant de  l'été 1995 à Buenos Aires. Il pleuvait, les gouttes étaient chaudes, je vivais à Buenos Aires, dans le quartier du vieux Palermo. Ariel était grand, d'environ 1,85 m, il était sombre, au nez droit, beau, élégant... il était grand, avec des bras forts, il était entraîneur sportif pour une équipe de basket. Son sourire était franc et généreux, il fermait ses lèvres, les ouvrait lentement, sa douce malice s’entrevoyait à travers elles.

Ariel et moi, nous nous sommes rencontrés dans ces groupes de  chats téléphoniques et noctambules, qui existaient dans la ville de Buenos Aires, généralement sous la pluie, la nuit ou à l'aube... 
Il avait 42 ans... et moi 22. 
Je vivais dans un très vieil appartement, avec un bon ami, un acteur, hétéro, qui m'a accepté et m'a aimé comme un frère. Nous étudiions le théâtre ensemble. Cet appartement s'effondrait, mais ma chambre et mon salon étaient bien décorés, ordonnés et arrangés. 
Les murs de l'appartement étaient vétustes, les plafonds  hauts, j'avais deux petites fenêtres qui s'ouvraient sur le couloir, nous vivions au bout d'un couloir plein de plantes, les autres appartements qui étaient là, étaient à moitié terminés.
Le premier jour où j'ai rencontré Ariel, j'étais très nerveux, spectant et heureux, et  
je sentais la culpabilité du péché sur mon dos, une certaine pudeur adolescent m'enivrait. 
C'était l'été, il faisait chaud, je portais un marcel rouge, des cheveux jusqu’aux épaules, un pantalon large en coton, style asiatique.

J'ai entendu la sonnette, j'ai répondu par le parlophone.. C'était lui. Je marche jusqu’à la porte d'entrée, je l'ouvre, je souris un avec une certaine timidité. Mon cœur bat fort, à toute vitesse, j'ai très chaud, mon visage devient rouge, mais néanmoins, je prends des forces, mon désir sexuel dépasse l'anxiété de l'inconnu, la peur de cet homme de 22 ans plus âgé que moi, la peur de ce mec qui marche derrière moi, c'était Ariel, avec qui nous avons commencé à nous prendre, seulement avec nos présences, notre proximité, seulement avec nos regards.
Il me salue, me donne un baiser sur la joue en me caressant un peu sur la nuque, ses doigts sont forts et épais. 
Nous marchons dans le couloir, entre les plantes, jusqu'à jusqu'à mon appartement.

Dès que j'ouvre la porte, je lui offre un verre d'eau, il fait chaud, il transpire et accepte mon offre avec le sourire. 
Pendant qu'il buvait, il me regarde du coin de l'œil, m'observant avec obsession, en souriant. 
Il me demande quel est mon nom, si mon nom virtuel est mon vrai nom. 
-Mon nom est Alfonso- Je Réponds. 

Le coucher de soleil est extraordinaire, crépusculaire, rougeâtre, chaud, la lumière transcende et se glisse par les fenêtres, caressant nos corps, nos bouches.
Lentement, il commence à s'approcher de moi, touche mon visage avec sa main droite, caresse mon cou avec ses doigts, mes cheveux, mon oreille, tandis que l'autre main, glisse avec une délicate douceur, vers mon cou...

Il commence à rapprocher ses lèvres des miennes, je sens la chair chaude de sa bouche, cela m'excite, cela me rend fou. En moins d'un instant, on s'embrasse, je sens sa langue voyager contre la mienne, elle me lèche, me mord, me mange. 
Maintenant, je sens sa main puissante entrer dans mon pantalon, d'un seul coup, il le tire vers le bas et me déshabille soudainement. Il embrasse mon corps docile et rebelle à la fois, millimètre par millimètre.
Ariel, est à moitié nu, je m'accroupis et je descends doucement son pantalon et ses sous-vêtements... Je ramène ma bouche lentement vers la tête de son pénis, je souffle dessus, je le caresse timidement avec mes lèvres, puis avec ma langue, j'ouvre la bouche, et j'avale tout son membre, jusqu'à la racine, je commence à caresser son entrejambe, il crie, gémit. Il me dit des choses indécentes...
"Tu es délicieux, mon petit putain,  je vais te baiser, quel beau cul tu as"... dit-il sans cesse.  

Mon corps s'ouvre et brûle en entendant ces mots, qui sont de plus en plus intenses, de plus en plus succulents et pervers.
Je me lève, je le regarde, on s'embrasse profondément, il me reprend le cou, il me retourne, il pose tout mon corps sur mon lit, il écarte mes jambes, et il commence à pratiquer un baiser noir, profond, chaud, passionné, inondé de salive... Il me suce, m'absorbe, m'embrasse, il me pénètre avec sa langue, il me mord, il me cogne avec son membre viril entre mes fesses, entre le cœur de mon anus, rose, dilaté. 

Je relève mon corps, en pointant mes fesses vers lui. Mon épicentre touche le bout de sa bite chaude, la tête de son membre en érection est large, grosse, somptueuse, comme un fruit savoureux, exotique. 
Maintenant je sens sa main droite sur ma taille, elle me prend avec force, avec l'autre manipule son pénis, jouant comme ça, avec mon cul, entre mes fesses. Il commence à me pénétrer très lentement, il me mord, comme s'il mangeait des meringues fragiles, il me mord les oreilles, il me saisit par le cou, il tourne mon visage vers ses lèvres, il tire la langue, et m'embrasse passionnément, avec fureur, avec désir de feu, avec passion, tandis que sa queue me pénètre, de plus en plus, jusqu'au fond, dans mon corps, me pénétrant, me baisant, me faire sien. 
Déterminé, il me contourne la taille, avec ses mains, me prend et commence à me pénètre très fort, je crie, je gémis de plaisir, tandis que j'écoute de sa bouche, encore ses paroles indécentes et sans scrupules... 
"Tu me plais beaucoup, tu es une primeur, je te sens, je te mange, tu es à moi, tu me plais bien, je vais te baiser autant que je veux". 
Il me retourne, me jette sur le lit, mais toujours avec son membre en érection, à l'intérieur de mon anus, allant et venant sans cesse, sans s'arrêter, j'ai soif de sexe et de nuits, Ariel a soif de moi, et moi de lui. Ariel me domine et j'aime le laisser me dominer, succomber à ses désirs les plus intimes, à ses paroles, douces, perverses et chaleureuses.
Je suis allongée sur le dos, mon cul pointé vers lui, je suis précisément au bord du lit, il me prend, il me traîne vers le milieu du lit, il ouvre mes jambes avec dextérité... Je sens sa respiration agitée, je sens sa queue son bassin, près de mon corps à nouveau, je ferme les yeux, il me pénètre jusqu'à ce qu'il frappe, ses testicules, entre mes fesses, Ariel, m'embrasse, mord mes lèvres brûlantes, je crie, je pleure de plaisir, je jouis de son corps musclé et fort.
Maintenant, je vois ses yeux verts, ils se ferment, il commence à gémir et à gémir, rapidement, il me frappe au milieu de l'anus avec sa bite, je le sens jusqu'au fond de moi. 
Il crie, il frissonne, je sens son sperme chaud, se répandre en moi, entre mes fesses,  pendant qu'il m'embrasse, je l'embrasse, en cela, je sens le plaisir de l'extase et je finis, pendant qu'il m'embrasse, pendant qu'il me regarde, pendant qu'il m'enlace et qu'il m'aime...

Il pleuvait, sur cet appartement de Palermo Viejo à Buenos Aires. 
Et nous  à l'intérieur, allongés nus avec toute la brise chaude de l'été, caressant nos peaux, nos lèvres, nos yeux, nos bouches et la mémoire d'un temps inexorable.

Traduction: Laura Gaud.


Le Bocche: Panagiotis.

Estate, Mykonos, Grecia. 2010. Nell'antica e bellissima isola di Mykonos, le case sono dipinte di bianco, con le loro finestre blu, co...